Desde mi punto de vista la psicoterapia tiene que ser no moralizante, no puede ser un evangelio ni una guia para el bien. Su posición tiene que ser radicalmente ética en dos sentidos. Por un lado el terapeuta tiene diferentes compromisos éticos con el paciente (secreto profesional…), por otro, la posición o el para qué de la terapia se desarrolla sobre ésta. En ese sentido si alguien quiere hacer terapia para exculparse, blanquearse o desahogarse exclusivamente yo no accedería como terapeuta. La terapia no trabaja para el interés individualista, la tranquilidad y el estado de ánimo del paciente sino para su individuación y singularidad. Su sentido es explorar las propias trampas y manipulaciones aun cuando nos resultan perturbadoras.

La psicoterapia es no moralizante y rehúye del idealismo porque no empuja ni encumbra un modo particular de ser. El terapeuta no promueve ninguna conducta, pues estaría condicionando con su propio imaginario (gusto, estilo, preferencias) al paciente. Su posición es ética, pasa por atender lo secreto, lo subterráneo, lo que resulta indeseable, los propios infiernos, la sombra, nuestros diferentes costados.

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